No me di cuenta hasta que no me quise dar cuenta.
Entraste.
Arrasaste.
Saliste.
Yo mientras tanto dormido en el ojo del huracán.
La tormenta perfecta.
Ajeno al fenómeno meteorológico que eras.
Que eres.
Inundando a cada paso que das
cada centímetro de los lugares más oscuros de mis
pesadillas.
Desperté.
La cama revuelta.
Mi vida deshecha.
No supe ver la tormenta.
La calma se adueñó del cuarto.
Silencio.
Soledad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario