Ya no me calma la música como amansa a las fieras.
Ya no quiero escribir.
No quiero nada.
Estoy derrotado.
Cansado.
Agotado.
Súmale a toda la frustración propia tu puta indiferencia.
Réstale las sonrisas,
que ya no están.
Y multiplícalo por el desprecio de tu mirada que me mira
como si fuese un ser repulsivo y sin humanidad.
Párate y ten los cojones de mirarme.
Mírame bien,
como cuando penetrabas mis pupilas en busca de una
justificación para mis ojeras y mi tristeza.
Esa puta justificación que ya no encuentras porque estás más
preocupada en cosas que ni tu misma conoces.
O no te atreves a reconocer.
Subámonos en un avión y estrellémonos contra tu puta
indiferencia a ver si así te das cuenta de que de lo que sembramos, recogemos.
De que si arrasamos la plantación lo único que nos quedará
será tierra podrida y alguna ceniza.
Ceniza de los recuerdos de nuestra ave fénix,
la cual no tuvo suficiente valor para resurgir y retomar el
vuelo.
Así que mientras yo escribo esto,
sigue amansando fieras con la música de tus caderas.
Yo esperaré al más leve acorde de melodía para,
por fin,
descansar eternamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario